lunes, 2 de enero de 2012

Fin de año, la torre de Tokyo y otras historias

En un abrir y cerrar de ojos se acabó el 2011. Reconozco que tenía ganas ya de pasar de año, tener un símbolo de mi nueva etapa y dejar las cosas del pasado allí donde pertenecen, en el pasado.

Para ello decidí, ya que estoy en un país que no es el mío (Si es que se puede pertenecer a algún país claro) adaptarme un poco a sus costumbres. Me vi con mi amigo Carlos  que está pasando unos días en Tokyo y fuimos a cenar a un restaurante Coreano, porque fue el primero que se nos cruzó por el camino. Si, se que si digo que quería adaptarme a las costumbres de Japón debería de haber comido Toshi Koshi Soba pero era cara de cojones.

Cena de Fin de año
La cena en el restaurante fue bien, unas cervezas, carnes y fideos de boniato. Una cena sencilla para un fin de año poco común, al menos para mi. Lo único a destacar fue el precio ya que fuimos a Shinjuku y bueno, se debe ir con cuidado con el sitio ya que a veces suele ser bastante caro, pero una noche es una noche. Si algo no me doy desde que estoy en Tokyo son muchos caprichos.

Con Carlos
Así pues con la barriga llena nos pusimos rumbo a la torre de Tokyo, más concretamente hacia el templo que hay delante de la torre. Nada más salir de la estación y torciendo un poco el cuello puedes contemplar esto:

Preciosa
Esta fue mi primera vez en la torre, antes había querido ir pero por una cosa u otra nunca me decidí. Que mejor día que el último del año para ver este espectáculo.  Era muy divertido como se agolpaban manada de guiris debajo de la torre para hacerse las estúpidas fotos esas donde hacen ver que la sostienen y demás tonterías.

El caso es que ahí estaba, de noche, al lado de la torre y con una sensación estraña en mi estomago que no era la cena ni nada por estilo. Se estaba a punto de terminar un año que no empezó muy bien y que no me dio muchas alegrías. Además, no lo iba a terminar en casa sino muy muy lejos. Vaya, que no me lo creía.



Llegados al templo me encontre una desagradable sorpresa, todo hay que decirlo pues estaba lleno de guiris borrachos, muchos, muchísimos y la verdad, algunos daban un espectáculo lamentable. Pero bueno, vamos a obviar ese dato, pues el resto de cosas que había por ahí como los puestecitos de comida o las decoraciones eran maravillosas.

El caso es que ahí me encontraba yo, pensando todo el rato en lo que me había sucedido hasta ese día. Empecé con unas perspectivas muy negativas y al cabo de un año me encuentro celebrando las fiestas en Japón con la que es mi pequeña nueva familia.


Todavía es muy temprano para sacar valoraciones generales de todo esto pero puedo decir que me alegro de haber dado el paso. No se si he aprendido mucho japonés o no (Yo creo que si) pero lo que si que no puedo negar y que me enorgullezco de afirmar es que he cambiado. Normalmente siempre tenía un aura un poco negra y depresiva pero desde que estoy aquí ha ido desapareciendo poco a poco. Quizás lo que necesitaba era alejarme un poco del ruido y empezar a escuchar atentamente lo que sale dentro de mi.

No se si llamarlo crecer, madurar o simplemente un despertar pero me alegro, me alegro mucho. Poder levantarte de la cama y aunque a veces con pereza, ver que tienes confianza en ti mismo y lo más importante: ilusión, ilusión por levantarte mañana y pasado y todos los días y darte cuenta de lo que es vivir.

Deseos
Hasta que llegó la hora, las 12, el cambio de año, la transición, el paso. No quiero hacer predicciones ni decir que este año será maravilloso, que triunfaré y que conseguiré todo lo que me proponga. Lo que si que es cierto es que el futuro no se ve, y no quiero verlo. No significa que no me fije metas ni deje de pensar en mis sueños sino que simplemente iré haciendo, viviendo el día a día y aprovechando las oportunidades que se me aparezcan. No tengo ganas de obsesionarme con una idea o de luchar por algo que sencillamente, no me toca ahora conseguir.


Feliz año a todos.

2 comentarios:

  1. Muy puro todo lo leido.
    Nos vemos en unos meses coño.

    Tu otra familia

    W.

    ResponderEliminar
  2. És veritat que passar una nit com aquesta a l'altra punta del món és una experiència estranya d'una banda, però també alucinant.
    Si tota la vida per cap d'any has fet el mateix i amb la mateixa gent, i de sobte et trobes celebrant-lo a Japó, amb gent diferent i tradicions diferents, tens la sensació que el món és molt gran i molt petit alhora, no?
    Fer coses diferents per variar és genial, i et dóna sensació de llibertat. Almenys a mi! ;)

    Ah, lo dels guiris és penós. A mi em fa vergonya ser guiri quan sóc allà, no sigui que em confonguin amb els idiotes aquests!!! XD
    Encara que els japonesos no són tontos, i ja ho veuen, de quin pal vas. A kilòmetres!!! XD

    Nen, aprofita a tope tot el temps que et queda allà, perquè quan tornis et passarà com a tothom que hi ha anat: Quan algú et digui "me'n vaig a Japó" tu diràs, "jo també hi vull tornar!!!!" ;)

    ResponderEliminar